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lunes, 20 de noviembre de 2023

¿Piedra, papel o tijera?

Último día del Mundial de Escritura. Son las nueve de la noche y todavía estoy en veremos; y eso que lo intento desde las ocho de la mañana. Más de doce horas; ninguna idea o ideas que no me gustan. No se me ocurre nada. La tecla borrar de mi compu ya está cansada, igual que mis neuronas. Estoy muy resfriada. Sólo me motiva no fallarle a mi grupo. Es sábado, el día especial que le dedico a mi esposo. Miro los objetos que me rodean: mi agenda; mi cartuchera colorinche; el mouse; el estuche de mis lentes; la ruana que le presté anoche a Agustina porque tenía frío mientras miraba una película; el cajón con las piedritas sanitarias de nuestras gatitas; la mesa; las sillas; un tarro de miel que le regalaron a Héctor en el trabajo. El reloj de pared. El tiempo que corre… Leo nuevamente la consigna y me pregunto: ¿qué selecciono? ¿Enumero objetos primero? ¿O pienso en la escena, en una historia y de ella extraigo objetos que me permitan narrarla? Voy hasta el escritorio donde tengo mi biblioteca, a ver si el entorno me inspira más. Muchos libros; cantidad de títulos; millones y millones de palabras; infinitos caracteres. Invoco a los escritores, de esos libros: ¡Por favor, ayúdenme! Surge la imagen de Emilia, mi nieta, jugando con su tío a “¿Piedra, papel o tijera?”. “Son tres objetos”, me digo, que invitan a optar, a elegir. ¿Qué se me podrá ocurrir con esto? Preparo el almuerzo. El “Piedra, papel o tijera” sigue en mi cabeza. “¡Por algo será!”. Aparece una incógnita recurrente en mí desde hace tiempo: ¿Qué va a pasar con mis cosas el día que yo me muera? Exprimo al máximo mis neuronas. Y recuerdo lo que dijo el coordinador de este torneo de escritores: “esto es un juego”. “Es el último día del Mundial”, repito. "Tengo que jugar de algún modo". Me consuelo: ¡demasiado! Algo va saliendo, con dificultad, pero va saliendo. Mi hija Agustina me dice que esta idea podría ser para unos nenitos de primaria… "Pero el tema medio fuerte", le digo. La miro muy seria; después nos reímos a carcajadas… ¡Puedo asumir mis límites! ¡Mostrar mi vulnerabilidad! ¿Qué pasará con mis cosas el día que yo me muera? ¿Piedra, papel o tijera? ¿Con mi colección de plumas; mi piedrita dibujada; los lentes que ya no uso, y mi mate de madera? ¿Piedra, papel o tijera? ¿El celular ya gastado; mi carrito de mandados; aquel libro favorito que aún llevo en mi cartera? ¿Piedra, papel o tijera? ¿Qué será de mis cuadernos donde guardé pensamientos; y de la netbook tan vieja donde escribo este poema? ¿Piedra, papel o tijera? ¿Se quedará Agustina con mi ruana color verde? ¿Y Vero con ese chal que ahora uso en primavera? ¿Piedra, papel o tijera? ¿Será Gabriel el que escoja quedarse con mi bufanda y con las pocas monedas que tengo en mi billetera? ¿Piedra, papel o tijera? ¿Mis lanas, mi costurero, los dedales del abuelo? ¿Se usarán, se venderán en una feria cualquiera? ¿Piedra, papel o tijera? ¿Qué va a pasar con las fotos, con mi bici, mis revistas, las mantillas de mi abuela? ¿Piedra, papel o tijera? Seguro Héctor elija los vinilos, los compactos, los videos BHS, los muñequitos de cera… ¿Piedra, papel o tijera? ¿Será Emilia la que copie las recetas que yo dejo; y use todos los fibrones que guardo en mi cartuchera? ¿Piedra, papel o tijera? ¿Y Santiago? ¿Se quedará con algo? ¿Con mi taza, mi bombilla, mis licores, mi paraguas, lapiceras? ¿Piedra, papel o tijera? Seguro me iré volando cargada de mil recuerdos, Soltando, soltando, objetos… Me iré liviana y sin prisa abrazando mis afectos. El tiempo habrá terminado. No importa. ¡Será otro el juego!

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