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viernes, 9 de octubre de 2020

Vida

Creo palabras

en súbitos momentos de lujuria

para parirlas luego,

mientras tanto las protejo,

les doy forma,

las cuestiono,

les canto, las ordeno...

Van creciendo,

crecen y crecen...

Cada palabra, una célula

del tejido de mi poem
a;

cada palabra engendra otras; se divide luego.

Y más células, más...

y más palabras, más...

y el silencio de crecer

y el de aún no haber nacido.

Alimento mis palabras,

les doy vida,

las siento vigorozas; a veces, hasta crueles,

débiles, efímeras, distantes, perdidas...

Sin embargo, se me hacen familiares;

las voy queriendo de a poquito

hasta amarlas para siempre

porque son mías, con mi sangre y fantasía,

soy yo en ellas,

yo que renazco en la euforia enloquecida

o en el tibio silencio que dan vida.


Araceli (1995)