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lunes, 20 de noviembre de 2023

Hablar por hablar

Durante la pausa destinada para almorzar, Claudia irrumpió en el compartimento que ocupa Silvia en la oficina.
- Che, no sabés de qué me enteré . - Shhh! Bajá la voz. Sabés bien que estos durlocks tienen vida propia, escuchan. ¿Qué pasó?- le preguntó casi susurrándole. - El jefe mayor – con el dedo índice le señaló una puerta blanca – está con otra. - ¿Qué? ¿Se separó de Estela? - Que yo sepa, no. Eso, en esta época, nena, no es incompatible con lo otro – se rió. - ¿Estás segura? ¿La conozco? - Absolutamente, claro que la conocés – levantó las cejas e hizo un movimiento con las manos – pero es la que menos pensás. - ¿Pamela, la secretaria? - Te dije que es la menos obvia. No es con la que pasa más tiempo acá. - Sí, tenés razón. Además, Pamela está re casada. ¿Gigí? No me digas que es Gigí… - Pero nooooo, a esa le gustan las chicas. - Seeee, tenés razón. Entonces… ¿Quién queda? La señora Clara no, podría ser su madre. Nooo, no me digas, ¡Violeta! “No la dejes ir, no la dejes ir, quién es te lo digo yo… Violeta…” - Callate tonta, dejá de cantar. Te van a escuchar. - No me digas – y se tapó la boca - , mirá vos la mosquita muerta. Y Quinteros ¡qué atorrante! Ayer mismo se me insinuó. Lo de este tipo ronda el acoso – dijo, mientras movía la cabeza de un lado para el otro e inclinaba sus labios cerrados hacia la derecha -. Es más, me invitó a almorzar. - ¿Fuiste? - Ni en pedo. Está bien que tenga guita y cierta pinta; pero no me lo garcharía ni ahí, viejo verde y, encima, con halitosis – las dos se rieron - le dije que me había pedido una ensalada y que ya me la traían. Por suerte, zafé. - Pero eso no es todo, parece que la minita está embarazada. - ¡¿Qué?! ¿Estás segura? - Eso dicen. - Pero… ¿será de él? - Por lo menos, es lo que comentan por acá. Pablo dice que hace como un mes lo vio a él entrar a un telo. No pudo verla totalmente a ella, pero tenía la fisionomía de Violeta. Las dos hicieron una pausa, para procesar datos y atar cabos. Silvia rompió el silencio. - Vos sabés que el viernes pasado, en una de las idas a su oficina para llevarle unos papeles, percibí la mirada de Viole escudriñándome. Y cuando salí, a los minutos, se hizo la disimulada, como que iba para el office; pero me seguía mirando. - Yo sospechaba algo desde hacía tiempo, pero no quería mandarla al frente. Varias veces, a la salida, la invité a caminar juntas hasta la parada, como lo hacíamos habitualmente; pero hace un tiempo que me evita, que me dice que va para el centro o que tiene que terminar algo, acá en la oficina. - Excusas para quedarse a solas con él. Todo cierra ahora. Pablo me contó también que la vio ayer cuando le entregaba un sobre, también cuando el jefe leía su contenido y cuando se agarraba la cabeza con las dos manos. - Seguro eran los resultados de los análisis de embarazo. - Sí, seguro… mirá la muy turrita. Tan buenita que parecía. Silvia saca dos manzanas de su mochila - ¿Querés una? - No, gracias me traje un yogur. Se escuchan pasos que se dirigen a ellas. Es Violeta. - Hola, chicas. ¿De qué hablaban? - Nada importante, pavadas – contestó Claudia. - Vos, ¿cómo andás Viole? ¿Todo bien? No sabía si contarlo o no. Claudia y Silvia no eran sus mejores amigas; pero sí compañeras piolas. Contarlo, tal vez le sacaría un poco de angustia. - Ayer me dignosticaron cáncer.

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